Como todos los años después de meses, de un verano caluroso y un agradable invierno, es inevitable
que llegué el invierno y con ello la navidad, fechas muy marcadas en el calendario, momentos en los que nos reunimos con la familia, nos pegamos atracones de comida, y vemos las películas más pastelosas de todos los tiempos.
La navidad es un momento un poco agridulce, nos hace estar feliz pero también nostálgicos, nos encontramos la familia, recordamos a los que no están, sonreímos al ver la cara que ponen nuestros  familiares, amigos y pareja cuando abren sus regalos, es una época del año que enmascara muchos sentimientos.
Pero también es un momento para pensar, ha pasado todo un año, trescientos sesenta y cinco días, millones de momentos y experiencias que han transcurrido en esos doce meses, y en esos momentos también es bueno tomarse un respiro, desconectar por un minuto, sentarse y pensar en todo lo que ha sucedido en todo este tiempo, recordad las metas que te marcaste el año anterior, sentirte orgulloso de las que conseguiste cumplir y reírte por que sabes que algunas nunca las llegaras a realizar, ese es el momento de ser totalmente sincero consigo mismo, recordarte lo que quieres, que quieres perseguir, lo que te gustaría tener, a donde te gustaría llegar, es un momento para ti, un momento para mirar en tu interior y dejar salir todo lo que hacia tiempo luchaba por salir a la superficie, ese recuerdo agridulce que te roba una lagrima pero hace que brote una sonrisa en tus labios, esa meta que siempre te propusiste pero por miedo nunca llegaste a intentar, esa llamada que llevas tiempo queriendo hacer pero que siempre terminas sin hacer, la navidad es un momento para armarse de valor, para quererse a uno mismo y para disfrutar cada año de lo que hemos vivido y de lo que la vida nos ha dado.
Y por último feliz navidad.