CUANDO LAS ENFERMERAS DE PRENATAL, VEN MAS QUE BEBES Y ALEGRÍA (testimonio)

30 noviembre

La enfermería prenatal es dulce y mágica y todo lo que esperas que sea. Pero lo único en que todos piensan es en los nacimientos y los bebés. Nadie piensa o habla del dolor del embarazo, la angustia de la infertilidad, o la dificultad de la muerte.

Un día, estaba trabajando en evaluaciones y veía a una paciente tras otra. Para la hora de almuerzo, había terminado de pasar por todas las camas y finalmente me disponía a tomar el desayuno cuando una paciente caminó a través de la puerta con una multitud de familiares.

La paciente era muy pequeña. Mientras caminaba detrás de ella, no podía notar que estaba embarazada. Mientras la ayudaba a subirse a la cama de exámenes, me dijo que no había sentido a su bebé moverse desde la noche anterior. Mañana era su fecha de parto. Puse el monitor sobre su barriga y no escuche nada. A pesar de que en ese momento ya sabía que su bebé había muerto (era tan pequeña que podría haber puesto el monitor en cualquier parte y habría escuchado el latir de su bebé) moví el monitor por todas partes esperando escuchar algo. Pero la paciente ya lo sabía. Yo lo sabía. Ella comenzó a llorar y su esposo se sentó en la silla contigua a ella con su cabeza en sus manos, sin saber que decir o hacer. Ella preguntó por su madre entre sollozos.

Fui a buscar a su madre, y cuando ella me vio dijo inmediatamente “Ya no está, ¿cierto?” Por supuesto,como enfermera, no se me permite decir nada. Tome su brazo mientras la guiaba a la sala de exámenes y le dije que el doctor venía en camino. Mi corazón sufría por la madre que acaba de perder a su primer hijo, por el padre que acaba de perder a su primer hijo y por la abuela que había perdido a su primer nieto.
Cuando el doctor llegó, llevó la máquina de ultrasonido para visualizar el quieto y silencioso corazón de su bebé. Todos volvieron a llorar, porque esta vez podían ver que su corazón no latía. Y lo único que yo podía hacer era agradecer en ese momento que ella tuviera el apoyo de su pareja, el apoyo de su madre y que el resto de las camas de examinación estuvieran vacías y que ninguna otra
madre tuviera que oír los llantos de una paciente que acaba escuchar decir que su bebé estaba muerto.
Todas las enfermeras hemos compartido esta misma historia de una forma u otra, y después de este tipo de día de trabajo, todas nos vamos sintiéndonos física y emocionalmente agotadas. Tienes que ver como la paciente y su familia se derrumban frente a ti, sin palabras para aliviar su dolor o para dar algún tipo de consuelo o cierre. Como enfermeras, caminamos por la delgada línea entre querer medicarlas hasta que casi estén fuera de su miseria, y alentarlas a estar presentes en un momento de su vida que eventualmente querrán recordar. Mientras hacemos su parto, rezamos porque no se vaya del hospital con una cicatriz transversa del segmento uterino inferior como un recordatorio permanente de lo que tuvo que vivir. Puede que no recuerden todo lo que dijimos, o todo lo que hicimos. Probablemente no recordarán que lloramos por ellas, solas en una habitación vacía donde nadie podría vernos. Y a pesar de que todas vemos muchos de estos partos, honestamente puedo decir que aún recuerdo cada uno de ellos.
Así que, para todas las madres que están por ahí que nunca pudieron dar a luz aún llegando a la fecha esperada, o para cualquier madre que nunca pudo llevar su bebé a casa, sepan que su enferma las recuerda. Y que a pesar de que todos siguen adelante, su enfermera siempre sabrá que una parte de ustedes quedó en esa habitación.

Este testimonio salio de la página huffingtonpost

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